El imperio de la Gasificación

Escrito por Greene

24 de marzo de 2015
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El desarrollo de la industria de gasificación de carbón nació en los 80 con la Synthetic Fuels Corporation en Estados Unidos. Esta corporación se ocupó de respaldar económicamente la construcción de plantas de combustible sintético como el syngas producido por la gasificación del carbón entre otras materias primas. Además de plantas de gasificación de carbón, se desarrollaron en su momento y siguen desarrollándose distintas instalaciones de gasificación como las de gas natural,  petróleo, coque de petróleo, biomasa, residuos sólidos industriales y residuos sólidos urbanos.

Según la World Gasification Operating Capacity, en el año 2010 contábamos con 53 plantas de gasificación de carbón y 56 plantas de gasificación de petróleo instaladas en el mundo. Aproximadamente cerca del 51% del carbón y cerca del 25% de petróleo mundial se empleaban para la producción de syngas en estas plantas de gasificación. Estos porcentajes se correspondían con 36,315 MWth y 17,938 MWth generados durante todo 2010 respectivamente (véase en la imagen adjunta 1).  En el mismo año, las plantas de gasificación de gas natural representaban un 22% del gas natural mundial. En comparación, la gasificación de biomasa y residuos sólidos urbanos o industriales apenas se había desarrollado entonces,  destinando tan sólo un 0,5% de esta materia prima para su gasificación.

En total, 2010 finalizaba con unos datos de 144 plantas de gasificación operando con 412 gasificadores instalados.

En la actualidad, las empresas han desarrollado un proceso con plantas de gasificación integrada de ciclo combinado, las cuales están sufriendo una expansión. Simultáneamente estamos presenciando un desmantelamiento progresivo de las plantas de gasificación de combustibles fósiles (como se ve en la imagen adjunta 2). Las razones medioambientales de esta sustitución se relacionan con las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) como dióxido de carbono (CO2) y dióxido de azufre (SO2) procedentes de la combustión del carbón mayormente.

En este momento Estados Unidos planea cerca de 60 nuevos proyectos para plantas de gasificación destinadas al carbón y a la biomasa. En el resto del mundo, el número de futuros proyectos con esta tecnología asciende a las 54 plantas según datos del pasado diciembre procedentes del National Energy Technology Laboratory (NETL).

Si bien se ha comentado que se está produciendo un desmantelamiento de instalaciones de gasificación debido a las emisiones de CO2, las grandes compañías se encuentran actualmente instalando sistemas de captura de CO2 en las plantas de gasificación. La captura de carbono se basa en el almacenamiento del carbono para evitar o reducir las emisiones liberadas a la atmósfera que beneficiarían el efecto invernadero o la lluvia ácida. Estos sistemas de captura presentan generalmente una alta inversión para procesos convencionales. Entre ellos se encuentra el proceso de oxicombustión, en el cual una combustión como la del carbón por ejemplo se produce con oxígeno puro diluido en un gas recirculado. Este gas contiene a la salida del combustor la mayor parte del CO2 liberado en la combustión (un 95%) por lo que se produce una captura efectiva.

Otras alternativas que presentan mayor eficacia y mayor disminución de emisiones de GEI en la tecnología de gasificación son las llamadas plantas de Gasificación Integrada en Ciclo Combinado o GICC, mencionadas anteriormente. Las plantas de GICC presentan también capturadores de CO2 que reducen sus emisiones y que permiten, de esta forma, la adaptación de las instalaciones a las nuevas normativas medioambientales cada vez más restrictivas respecto a emisiones.

La gasificación de la biomasa en cambio, no supone un problema de emisiones de CO2 ya que estas se consideran neutras.

Por otra parte, la gasificación de residuos sólidos urbanos o industriales y neumáticos fuera de uso (NFU) se está desarrollando con nuevas instalaciones modulares de pequeño tamaño y potencias instaladas reducidas de 1 MW.  Las emisiones en estas instalaciones no son representativas y la problemática ambiental se mitiga eliminando residuos a la vez que se consigue generación de energía eléctrica y térmica.

Finalmente el mundo tecnológico de la gasificación está experimentado un progreso desde la común y en breve, obsoleta  gasificación de carbón, hacia la gasificación de residuos y biomasa, claro ejemplo de desarrollo sostenible.

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